domingo, agosto 30, 2009

no ha sido por falta de tiempo, porque tiempo he tenido. algo me impedía concentrarme, quizás el idioma. ahora, aunque sigo fuera, no es lo mismo, ya pienso en regresar y es más sencillo escribir.

es reconfortante usar una lengua a tu antojo, pero con sentido, exprimir los significados de las palabras, probar asociaciones, alargar las frases, o no, escoger el vocabulario. me equivoco más veces de las que me gustaría, quisiera afinar más, ser más preciso, tanto como para describir la vida sin metáforas, aunque en ocasiones forman parte del juego. si todos peleáramos en el mismo peso, la comunicación perdería su gracia.

pero lo que no entiendo es la desidia, comprendo la urgencia de ciertos mensajes, los descuidos, los deslices que todos cometemos. no cazo errores, excepto cuando trabajo, pero infrautilizar algo que tanta gente quisiera poseer, el acceso a tu lengua, a las posibilidades que ofrece, es tanto como malgastar una herencia.

ropa limpia

casi nadie espera, en ningún sitio, por ninguna razón. sin embargo nos pasamos la vida inquietos. quedan tres minutos para que termine el lavado, la máquina comienza a centrifugar.


he pasado treinta y cinco minutos sentado en una silla, con el ordenador en las piernas y el ruido justo, mientras disfrutaba de un sitio sin nadie. cada vez son más raros esos lugares.

ahora suena el ruido de la secadora. mi ropa estará limpia en un rato.